cuentos para el alma: El maestro
Después de permanecer unos segundos en silencio, Enrique movió su alfil y lo miró expectante.
Supo en ese momento que su alumno lo había superado.
Entonces se paró y levantando con fuerza la punta del pie hizo volar las piezas por el aire.
- También hay que aprender a patear el tablero - dijo mientras se iba, frente a la mirada atónita de la clase.
No hay comentarios: