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Leyendas argentinas: La Pericana (San Juan)

LA PERICANA (SAN JUAN)

La Pericana es una mujer vieja, muy alta, de largos dientes. Lanza fuego por los ojos y dicen que tiene una cola hecha de espinas - algunas versiones aseguran que la cola es de clavos -. Además, lleva un rebenque largo con el que azota a los niños que, a la hora de la siesta, están fuera de sus casas sin permiso de los padres.

Recogimos una versión de un hombre mayor llamado Dante Montero, oriundo de la provincia de San Juan, que nos aseguró que en su infancia se encontró con la Pericana. Dijo que él y un grupo de amigos descansaban a la sombra de un árbol, y que de pronto, desde el lado de los viñedos se les apareció una figura de dos metros de alto que echaba fuego por los ojos y los amenazaba con un largo rebenque.

Uno de los temas de conversación de los niños en ese momento era la Pericana y mientras manifestaban su incredulidad acerca de la leyenda, se burlaban de ella y decían, en tono de broma, que si se les llegaba a aparecer la iban a aporrear entre todos.

Los niños, al ver esta aparición, se quedaron tiesos e imploraron que no les hiciera daño con la firme promesa de no volver a burlarse de ella. No obstante, la Pericana los azotó y les dijo que nunca más quería volver a verlos andar solos en sus dominios y menos a la hora de la siesta. Asimismo, les dijo que si llegaba a verlos nuevamente, los llevaría a su cueva y los obligaría a trabajar para ella por el resto de sus vidas.

 

EL GRITÓN (San Juan)

La Leyenda del Gritón puede tener su origen en el ruido que hace el viento helado al bajar por las laderas de los cerros. Es parecido, según dicen, a un lamento humano estridente y , por lo tanto, aterrador.

Sin embargo, se contaron historias que hablan de una aparición. La describen como de color gris, cuerpo lanudo y sin cabeza.

 

MARIANA LA INDÍGENA (SAN JUAN)

Esta antigua leyenda sanjuanina cuenta que Mariana era un hermosa india que de vez en cuando aparecía por el pueblo, pero que nadie sabia adonde vivía. Ella no hablaba con nadie, llegaba al poblado y vendía unas pepitas de oro que traía en una bolsa. Luego se marchaba silenciosa.

Esta actitud sumada a que en el pueblo desconocían de donde venia y hacia donde iba, hicieron que fuese creándose un misterio en torno a ella. Unas mujeres dijeron que la habían visto hablando con los animales, pero los hombres no les creyeron. Inclusive, dicen que un campesino se atrevió a preguntarle de dónde sacaba las pepitas de oro y que ella respondió.

- de un pocito . y apuró su paso.

Para descansar, se recostaba a la sombra de un árbol que parecía haber elegido con ese fin, porque era siempre el mismo. Se alimentaba de frutas silvestres.

Una noche, unos bandidos que la habían estado vigilando con el propósito de robarle el oro, la sorprendieron dormida debajo del árbol e intentaron tomarla por asalto pero, de la nada, un enorme perro con ojos que lanzaban fuego, se abalanzó sobre el grupo hasta espantarlos.

Dicen que el mismo grupo, tomando más precauciones, decidió seguirla para descubrir de dónde provenía el oro. La leyenda cuenta que se internaron en el cerro y que nunca más aparecieron.

El nombre del departamento de Pocitos (San Juan) tiene su origen en esta leyenda. Al parecer, fue allí que la india habló con el campesino y le dijo de dónde sacaba el oro.

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