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Por qué a los masones se les llama hijos de la viuda?

Masones Hijos de la viuda .


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"A los masones se les llama hijos de la viuda, porque ellos mismos se consideran "hijos de la mismísima madre naturaleza" .

La madre naturaleza es fecundada todos los dìas por el Astro Rey que nace en Oriente _ (orientaciòn pagana en la que se constituye al baldaquin del gran maestre y sentido de construcciòn del Templo donde todos los compañeros, aprendices y maestros miran hacia oriente en las tenidas y es desde oriente desde dònde habla el gran maestre ) y muere en occidente. Al morir el sol , fecundador de la naturaleza, esta pierde a su preñador, a su fecundador, a su pareja. Es decir, queda "viuda" todas las noches. Entonces, "LA VIUDA" a que refiere la expresiòn "hijos de la viuda" es la mismìsima NATURALEZA.

Esta creencia hunde raices en el mito egipcio de Isis y Osiris. Isis (LA NATURALEZA) busca el "falo" de Osiris (EL SOL) que ha muerto , pero que revive a la mañana cuando Osiris (EL SOL) vuelve a salir por el Oriente que es tan importante para todos los masones. Y de entrecasa, la revitalizaciòn de Osiris (EL SOL - EL FALO) està relacionada con nuestro criollo "mañanaero"


En lo estrictamente iniciático masònicao, a los masones se les denomina como hijos de la viuda en alusión, primordialmente, a Hiram Abif, arquitecto del templo del rey Salomón.
Los vocablos viudo o viuda advienen al español procedentes del latín viduus, en alusión al hombre o a la mujer a quien se le ha muerto su cónyuge. Sin embargo, resulta interesante observar que cuando se busca la codificación de este vocablo en el Diccionario de uso del español Clave, la definición más común, que es la antes aludida, recibe un segundo plano en el orden de las acepciones. La primera acepción que este Diccionario ofrece es culinaria y alusiva a un “guiso que se sirve o se cocina solo o sin acompañante de carne” al que llaman viudo. Expresión en aparente uso en la lengua actual, pero no codificada por la Real Academia Española.

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También se alude en la fuente inicialmente citada a que se denomina como viudo o viuda a “algunas aves que, estando aparejadas para criar, se quedan sin la compañera”, como ocurre con la tórtola. Igual nombre recibe un tipo de hierba originaria de la India cuyas flores suelen ser de un color morado casi negro. De igual modo, tenemos que se le llama viudedad a la “pensión o haber pasivo que recibe el cónyuge superviviente de un trabajador y que le dura el tiempo que permanece en tal estado”. En Argentina y Chile, recibe el nombre de viudita un tipo de ave con plumaje con bordes negros en las alas y en la punta de la cola. Y, por supuesto, encontraremos allí la alusión al arácnido de nombre viuda negra que es de cuerpo pequeño y negro y sumamente venenoso. Es importante saber que se llama viuda negra macho o viuda negra hembra porque es lo que la gramática llama nombre epiceno (compartido por los dos sexos). En nuestro refranero, es común aludir a lo muchos que son los hijos del muerto, los cuales, en aquellos casos en los que la madre aún vive, pasan a ser los hijos de una viuda.


En la tradición histórica y legendaria bretona, por ejemplo, nos encontramos con un hijo de la viuda que fue el mago y profeta Merlín, el auxiliar más importante del rey Arturo. Geoffrey de Monmouth, autor de la Historia del Reino de Bretaña, cuyo principal personaje es el rey Arturo, escribió igualmente una Vitæ Merlin (s.XII) en verso, donde señala que Merlín Ambrosius fue hijo de un incubo –es decir, engendrado por un demonio- y una princesa bretona. Cuenta Monmouth que durante las luchas entre pictos y escotos, el tirano bretón Vortige intentó construir una torre de defensa, la cual siempre se le derrumbaba. Ante tal hecho, pidió orientación a sus magos, quienes le indicaron que la única salvación se hallaba en un muchacho sin padre: Merlin. Éste predijo el resultado de la contienda a base de dos dragones que luchaban bajo la tierra en el preciso lugar donde se intentaba construir la torre de defensa.
No deja también de ser interesante el observar que Jesús de Galilea fue probablemente un hijo de viuda la mayor parte de su vida. Su padre, José (hombre mayor), aparece muy poco en las narraciones bíblicas y no se hace mención de él en la vida adulta de Jesús. Mateo y Lucas, por ejemplo, solamente mencionan a José durante el nacimiento y niñez de Cristo. Juan escasamente lo nombra y Marcos no hace alusión a él. Por ello, se asume que José habría muerto antes de que Jesús iniciara su vida pública.

 

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En la tradición simbólica y fraternal hay otros hijos de la viuda mundialmente identificados como tal, ya que éste es el distintivo por excelencia de los miembros de la francmasonería. A los masones se les denomina como hijos de la viuda en alusión, primordialmente, a Hiram Abif, arquitecto del templo del rey Salomón. En la Biblia se indica que Hiram era: hijo de una viuda de la tribu de Neftalí y de un nativo de Tiro experto en trabajar el bronce. Hiram era muy hábil e inteligente, y conocía la técnica para realizar cualquier trabajo en bronce, así que se presentó ante el rey Salomón y realizó todos sus trabajos. (1 Reyes 7:14) Son también hijos de viuda por alusión a la mujer en estado de viudez del mismo libro bíblico (17:1-24) cuyo hijo el profeta Elías vuelve a la vida, ya que paralelamente a este hecho, en la ceremonia iniciática masónica se deja la vieja vida para renacer como masón e iniciar desde cero el camino del crecimiento espiritual. De igual modo, en las tangencias simbólicas de la masonería con la mitología egipcia, encontramos a Isis, viuda de Osiris y representativa de la luz, la búsqueda de cuyos restos esparcidos por todo el mundo representa la búsqueda de unidad del masón, identificado con Horus, hijo de la Luz, y, por tanto, hijo de la viuda.

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En la historia de la masonería puertorriqueña, destaca la activa participación de sus miembros en la gestación de la revolución que conocemos como el Grito de Lares.
Movimiento liderado fundamentalmente por el masón caborrojeño Ramón Emeterio Betances (el masón con fuego en la frente, como le denomina Félix Ojeda Reyes en su libro Peregrinos de la libertad). Los estatutos y compromisos asumidos por los grupos revolucionarios son de evidente corte masónico. Destacamos, por ejemplo el Artículo 1 de las Disposiciones complementarias que regían a los grupos revolucionarios boricuas donde se establece que: El Comité, las Juntas, las Legaciones, los delegados y los agentes especiales se deben mutuamente y les deben a todos los patriotas apoyo, auxilio y protección en caso de necesidad y desgracia. De ahí que con posterioridad a nuestro Grito de Lares, las viudas y los hijos de los patriotas muertos recibieron la protección y ayuda de quienes vicariamente pasaron a ser “sus esposos y sus padres”, comprometidos de manera infalible a través del vínculo sagrado de ser hijos de una misma viuda."

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